Poema de amor con una línea de Hemingway (A Farewell to Arms, 7)

Yosoytú

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separes

de

                  mí.


26/06/22

La quinta estación


Contador tiene tres hijos, dos de ellos muy morenitos y el de en medio es el ''bonito'', quieras que no, es el consentido. Desde niño a sus padres les sobraba tiempo para hacerle realidad sus sueños.

El año pasado y ya contando con veintiún añitos, el hijo de en medio, se colocó delante de sus padres y les dijo, ''ya sé qué haré con mi vida, seré emprendedor, pero de los grandes, el más exitoso''.

De padre contador se entendería que cuidaría sus propias finanzas y de no funcionar el negocio, daría marcha atrás.

Buscaron el local, el más costoso, porque el niño así lo quiso y pusieron en marcha el negocio de comida diurna en un entorno nocturno.

La plaza comercial. En la parte baja estaba el negocio de su hijo, la parte superior estaba destinada a un antro retro, al costado derecho el bar del momento, al lado izquierdo, un sex shop.

Contador se henchía de gusto diciendo ''el negocio de mi hijo'', cuando el chico solo fue a la inauguración acompañado de sus amigos cristianos y nunca tomó las riendas, ni volvió a aparecerse por el local, aludiendo que el entorno, a sus amigos les había parecido un nido de perversión.

Pasaron cuatro estaciones y en la quinta, Contador mencionó... ''Amigos, este es el cierre del negocio de mi hijo, él ha decidido ser misionero e ir por la vida ayudando a la gente y nosotros, sus padres, estamos para apoyarlo''

Al fondo, sus dos hijos morenitos aplaudían con parsimonia.

10 comentarios:

  1. Buen cuento casi parece un romance por el ritmo poético de las frases. Mucho duró el negocio con ese antiemprendedor

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    1. Un poco más de un año, Joaquín, hasta que sus fondos se vieron reducidos a casi nada

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  2. Camila la idea es que hagas una entrada de esta historia en tu blog y hagas referencia a la convocatoria. y Yo adjunto tu link de ese relato en el mio. Y lo direcciono a tu blog.
    Me encanto la sumision del lobo. jajajaja.
    Te dejo mi propia versión Liberación - Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes! Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó: - Son para verte mejor. - Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes! - Son para oírte mejor. - Abuelita, ¡qué nariz más grande tienes! - Son para olerte mejor. Y ya asustada, siguió preguntando: - Pero abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes! - ¡Son para comerte mejor! (...) Naturalmente, para ese momento, Caperuza no le podía quitar los ojos de encima, lo miraba inquisitiva, el Lobo de un impulso salió de la cama, listo para devorar a Caperuza. — ¡ So ! —, la mirada de Caperuza se dejó sentir en lo más recóndito del Lobo, éste se desconcertó, pero se dedicó a mirarla de arriba/abajo, se movió lento y empezó a recorrer en derredor el cuerpo de la Caperuza, se acercaba, retrocedía, olfateaba, pensaba, sonreía e intentaba penetrar las capas de ropa que cubrían su cuerpo, se paró delante de ella, con las manos en las caderas se echo a reír con socarronería, luego bufó tan fuerte que retumbó en la choza. Quiso lanzarse sobre ella, nuevamente la mirada fría de la Caperuza lo detuvo, disminuyó su velocidad y fue a acurrucarse en los pies de la Caperuza dejando escapar pequeños lamentos de sumisión. La Caperuza lo ayudó a levantarse, le ordenó quitarse con lentitud cada una de las prendas, dejando solamente la tanguita de la abuela, las mejillas de lobo se encendieron, avergonzado, bajó la cabeza hasta apoyar su barbilla en el torso. — La siguiente vez, asegúrate que la tanguita sea al color de tus mejillas, lobo, dijo Caperuza —, sin dejar de mirarlo, metió su mano entre sus muslos, dio pequeños golpecitos a los lados para obligarlo a abrir las piernas. Abierto y de pie, la posición era incómoda para lobo, Caperuza hizo a un lado la tanga, escarbó un poco entre su pelaje y pellizcó con dureza su dídimo, el lobo soltó un gemido, seguido de un quejido, al sentir que la continuidad de la caricia era un azote con la palma abierta de su ahora Dueña. Caperuza, lo mantuvo duro, resistente, lo hizo gemir, llorar y dolerse en una deliciosa explosión de juegos y perversión. Flácido y agotado, lobo se inclinó delante de ella, cerró los ojos y suspiró en el alma, cuando el peso de un collar de cuero negro se ciñó en su cuello.

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  3. Un cuento con final inesperado! A veces los padres tienen que tomar decisiones apuradas para encaminar a los hijos. Beso!

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    1. Cinco estaciones no es apuro, Sindel Avefénix, si tomamos en cuenta que seguro seguirán una vida apoyando los sueños de su hijo.
      Un fuerte abrazo

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  4. Como aquellas leyendas al calor del hogar, con sus metáfora incluida y una redacción impecable. Buen broche de oro para la propuesta. Un abrazuco

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    1. Hace poco tuve una de esas reuniones al calor de un hogar, que sin ser mío, me ha acogido, se contó de todo, siempre desde la gratitud, el asombro y un pelín de morbo, Ester
      Un abrazuco

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  5. Qué difícil es mantenerse al margen, sin estarlo, de la forma de vida que eligen los hijos.

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"Cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata"
(Huidobro, ob. cit .. · p. 255 ).