Hoy volví a entrar en esta habitación donde la noche es larga y silenciosa, camino despacio y de puntillas, finalmente me detengo frente a la ventana y la abro. La lluvia entra a raudales, su tacto suave se desliza por mi piel, tan lento y delicado que contengo la respiración y dejo que mi cuerpo se impregne.
Observo con atención cada detalle, cada esquina y sombra en las paredes; y dentro de mi cabeza se arremolinan y se agitan los recuerdos, creando una ola de ansiedad que amenaza con hundirme. Porque cuando me reconocí en tu mente, te amé, tanto tiempo a tu lado me ofreció la posibilidad de descubrir todas tus virtudes, pero también esa parte oscura donde nada llega; y cada noche como la de hoy, mi ser te extraña.
Cariño mío, porque solo dentro de esta habitación te nombro; y un lamento viaja hasta las profundidades y desgarra mi vientre ante el recuerdo de tu mirada inhóspita.
Asoma el alba; ya es hora de recoger mis pedazos y partir...