Una vez más, la oscuridad va engullendo el horizonte; y en esta hora baja, un manto de estrellas es el único puente que me acerca y aleja de ti. La escasa luz de la habitación se degrada dando paso a la ensoñación.
Cuando esto sucede cierro los ojos, mis manos y mente se compenetran y crean su propio lenguaje; y me rindo. Voy poco a poco entreabriendo los ojos, dosificando la maravillosa imagen de tu rostro y el candor de tus ojos en llama.
Y en todo el trayecto que tus/mis manos recorren explorando temblorosas, percibo el deseo, el tuyo y el mío, porque tú me buscas; y yo una que otra vez me resisto; y ex abrupto me dejo encontrar, hechizada por tu oscuridad.
Pasado el tiempo aún conservo tu aroma.